domingo, 20 de octubre de 2013

Sentir

Llevo ya cuatro clases de teatro, unas diez horas de experiencias compartidas con más de treinta personas, y lo que me impulsa a escribir este nuevo capítulo de mi cuaderno de bitácora son las sensaciones que tuve ayer por la tarde.

Sentir.

Sentí.

Y sentí varias cosas. Uno de los ejercicios, el último de la clase y el más intenso para mí, giró en torno a cuatro ejes: la alegría, el sufrimiento, el enfado y el miedo. Cada una de estas opciones estaba ubicada en un cuadrado de unos cinco metros de lado, formando el conjunto de las cuatro celdas una cuadrícula dentro de la clase.

En primer lugar, nuestro guía nos pidió que identificáramos la casilla cuyo contenido nos resultara más fácil mostrar; luego, la más difícil. Después, que fuéramos a la más difícil y que actuáramos de acuerdo con el contenido marcado en esa casilla. A continuación, nos pidió que pasáramos por las cuatro celdas y que nos quedáramos en la que nos sintiéramos más cómodos. Cada vez que entrábamos en una celda, teníamos que adoptar la actitud que subyacía de esa celda.

La última parte del ejercicio consistía en centrarnos en una casilla, sólo una, la que más nos apeteciera, para desarrollar una historia, cada uno la suya. Y allí teníamos que desplegar actividades diversas, con la restricción de que todas ellas debían estar relacionadas con dicha historia.

Cuando elegí la casilla que más me apetecía, la de la alegría, me retrotraje a mi infancia. Y empecé a desarrollar mi historia: ¿con qué asociaba yo la alegría a los nueve años? Pues bien, lo primero que hice... lo primero... fue hacer cuentas. Me encantan las matemáticas y disfruto con ellas desde muy pequeñín. La tabla del nueve, sumas, potencias... Después, sin orden ni concierto, construí con las manos la pista para hacer competiciones de canicas, jugué al potro, al ajedrez (en realidad, no sé, pero sentí que era una actividad alegre ¡!), brinqué... ¡Uf! No sé cuánto tiempo pasó, no me importaba el tiempo. Sentí que estaba disfrutando.

Sentí.

Estas emociones que ayer despertaron en mí el guía, mis compañeros de clase, el aula, la iluminación... el entorno... todas estas emociones afloraron. Si afloraron es que estaban ahí, sin ser mostradas.

Y en ese aula me ofrecieron la oportunidad, y yo me di el permiso, de desplegar las alas. Unas alas que no encontraron más barreras físicas que el suelo, las paredes, las columnas y algún que otro compañero (siento algunos tropezones :)

Recordé e inventé. Interpreté...

... y sentí mucho.

Y de esto se trataba, pienso a posteriori. El guía lanzó una propuesta, la hicimos propia y la desarrollamos. Creo que sí, que se trataba de esto.

Las otras opciones no las trabajé apenas. Para mí, la más difícil es el dolor y la más fácil siempre es el enfado. El enfado es tan fácil para mí que muchas veces me encuentro con la pregunta "¿por qué estás enfadado?" cuando yo no lo estoy... sin embargo, como la otra persona sí lo cree, algo ocurre... que debo investigar.

El miedo casi no lo afronté. ¿Por qué? No me apeteció, no me sentí mal evocando el miedo pero no me apeteció trabajarlo.

Un buen chute de energía en la clase de ayer. Un buen guía. Unos buenos compañeros. No puedo pedir más... ¿o sí?

miércoles, 9 de octubre de 2013

Hola

Si has llegado hasta aquí y me conoces... te doy la bienvenida y espero que disfrutes con estos contenidos ;-)

Si has llegado hasta aquí y no me conoces... ¡qué alegría me acabas de dar! Te doy mi más cordial bienvenida y deseo de todo corazón que disfrutes con estos contenidos.

¿Y qué contenidos vas a encontrar en "Soy un teatrero"? Sólo experiencias, opiniones, referencias, enlaces interesantes, alguna imagen oportuna, un vídeo de vez en cuando... en definitiva, materiales que podamos considerar adecuados en relación con la travesía teatral que recorro desde septiembre de 2013, aunque iniciada diez años antes.

Estos son mis antecedentes.

En 2003, dentro de un programa de formación en administración y dirección de empresas, me ofrecieron participar en un taller de teatro. ¿Teatro en una escuela de negocios? Pues sí... ¡teatro! Disfruté como un auténtico crío: sufrí, reí, grité, lloré, pataleé, me relajé, me activé, me aplaqué... ¡Me lo pasé pipa!

En septiembre de 2013, diez años después de esa primera incursión, gracias a +consuelo moya (la Consu), me apunté a un intensivo de seis horas... y... otra vez... aunque ahora mucho más intenso... volví a disfrutar como un chiquillo, grité (mucho), pataleé, sudé (muchísimo), me relajé como nunca (¡gracias por enseñarme cómo, +Gloria Martín!). Conocí a otras ocho personas estupendas: +David Ordóñez Rodríguez+fermin yzaguirre (Nacho), Sara, Sebas, Isabel, Mónica, Marisa y +Patricia Ortega Morales (Patri). Compartimos esas seis horas y formamos un grupo... ¡un gran grupo!

Me gustó tanto esta segunda experiencia que decidí cursar, en la misma escuela del intensivo, el programa Iniciación al Teatro, de octubre 2013 a junio 2014. No quedó la cosa ahí... ¡qué va! También empecé clases de teatro en otra escuela, con una metodología diferente, más enfocada al texto. En resumen, hago cuatro horas y media de teatro a la semana y disfruto un montón :)

Y aquí, en "Soy un teatrero", es donde quiero expresar todo lo que experimente en esta travesía teatral dual.

Si te interesa esta introducción, espero que podamos disfrutar juntos los contenidos de "Soy un teatrero". Para mí, compartir es aprender y avanzar...

Si no te ha parecido interesante, te doy las gracias por el tiempo que me has dedicado y te deseo lo mejor en tu travesía vital.

¡Muchísimas gracias!

David, el teatrero :)

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P.D.: Para empezar con buen pie, la referencia al DRAE es obligada...

teatrero, ra.
1. adj. teatral (‖ deseoso de llamar la atención). U. t. c. s.
2. adj. coloq. Muy aficionado al teatro. U. t. c. s.
3. m. y f. coloq. histrión (‖ persona afectada, que gesticula con exageración).

En principio, me identifico más con la segunda acepción del diccionario... aunque no me son ajenas las otras dos :)