martes, 15 de julio de 2014

Estudiar

Hoy no he dormido casi nada... por la emoción :)

Ayer me dieron una muy grata noticia: me han admitido en 2º curso de una escuela que se dedica a formar actores profesionales. Sí, es otra escuela diferente a las dos anteriores... la tercera va ya. No es que las otras dos no me hayan satisfecho, ha habido muy buenos momentos aunque finalmente en abril/mayo las dejé. Sin embargo, en este momento quiero dar un giro a mi incipiente trayectoria actoral. Busco... más...

El reto es mayor. Serán doce horas de clase a la semana: interpretación (teatro / cine), cuerpo y voz. ¡¡Me apetece un montón!!

Acudimos a una "clase abierta" en la que nos tantearon el nivel. Realmente, fue una prueba.

Primero, analizamos un texto desde el punto de vista actoral; incidimos en los antecedentes de la escena, qué frases denotaban acciones pasadas en relación con el presente para conformar las condiciones dadas.

Segundo, interpretamos una pequeña escena -apenas siete líneas- con una compañera a la que no conocía previamente. Nosotros imaginamos unas circunstancias previas determinadas... ¡que no convencieron al profesor! Entonces, él nos propuso otras diferentes. Y ahí nos pusimos a interpretar dos o tres veces la escena con sus indicaciones. ¡¡Gran experiencia!! Este profesor de interpretación -el director de la escuela-, profesional muy experimentado y reconocido en artes escénicas, me dejó realmente impresionado. Habla muy claro y dice lo que piensa, y eso es perfecto para mí.

Tercero, interpretamos la misma pequeña escena ante la cámara. Este otro profesor, experto en cine, tuvo palabras muy agradables para mi compañera y para mí. Y fue el colofón a un gran día.

La experiencia fue apasionante. Me sentí retado, excitado, ilusionado y... ¡¡el resultado fue que me admitieron para hacer el 2º curso!!

Guau. Todavía no quepo en mí de gozo.

Tengo claras algunas cosas y otras no tanto (¿yo actor profesional?). Pero el camino lo quiero seguir andando. Ahora, me da la impresión que mucho más en serio.

A estudiar.

PD.: Muchas gracias Ana Pilar por avisarme de la prueba. Seguro que vamos a aprender mucho y seguiremos compartiendo buenos momentos.

domingo, 23 de marzo de 2014

Debut

El 19 de enero de 2014 lo recordaré siempre. Fue mi debut en un escenario de teatro... ¡¡mi primera escena con público!!

Aquí se puede ver, dura 6m 25s:



La URL del vídeo para acceder vía web es https://www.youtube.com/watch?v=vJ45OGrWt28.

Mi compañero en escena fue Suso, de Plot Point, y... tuve sensaciones enfrentadas... desde la euforia hasta la miseria. Aprendizaje.

Nota.- La escena se extrajo de "Il Postino", película dirigida por Michael Radford basada en una obra de Antonio Skármeta. Más información en Wikipedia.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Llorar

Hace un mes, aproximadamente, lo pasé mal en clase. Muy mal. Era la segunda clase del día, que hubo ración doble.

Durante el descanso recibí un fuerte impacto emocional. Una persona me estaba contando algo y no entendía cuál era el problema. Y el problema parecía que era yo. Sin entrar en detalles, a partir de ese momento desconecté. Y no participé en ninguna de las propuesta de nuestro guía -así me gusta llamar a este profesor, así lo veo-. No colaboré en casi nada, me limité a representar un pequeño papel en una historia muy entretenida que estaba montando una compañera.

Desconecté del todo.

Yo, cuando desconecto, lo hago del todo. Como si desencadenara un cero eléctrico, el gran temor de todas las empresas energéticas que construyen sistemas de seguridad para minimizar los efectos que supondría la desconexión de la red de todas las instalaciones de generación.

En ese cero eléctrico no quiero saber nada de nada. Ni de nadie. Y nadie es nadie. De mí tampoco. En esos momentos me siento solo, profundamente solo. Sin esposa, sin padres, sin hermana, sin sobrino, sin amigos, sin conocidos, sin nadie cerca. Estando en ese estado suelo tomar decisiones peliagudas.

Soy llorón, y después de clase lloré.

De esto hace ya un mes. Hablando con personas a las que quiero mucho, y con las que siento que soy correspondido, me hicieron ver que ese incidente tenía que olvidarlo, que mi sentimiento de culpabilidad era infundado. Y que la decisión que estaba a punto de tomar -abandonar todas mis actividades, entre ellas las clases de teatro- no tenía ningún sentido.

Y tenían razón. No hubiera tenido sentido que dejara el teatro, el piano, el coro... Ninguno.

Disfruto con todas ellas, aprendo muchísimo, las personas que estoy conociendo me aportan un montón y siento que yo también contribuyo en una pequeña parte.

Y aquí sigo, llorando cuando lo siento como una liberación para el espíritu.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Alegría

Es la alegría el sentimiento con el que suelo encarar mis clases de teatro. Casi siempre. Me he dado un año artístico, como pausa profesional, y no entendería de otra forma mi actitud ante esta actividad que, junto con el piano al que estoy empezando a coger el gustillo, mi participación en un coro y las clases de matemáticas que doy a dos chavales estupendos, me llena. Además de toda mi vida, que continúo, esta otra casi nueva vida, consigue satisfacerme plenamente.

Por eso es la alegría lo que me llena cuando encaro una nueva sesión de teatro. Como ayer mismo, cuando conocí a unos nuevos compañeros, mucho más jóvenes que yo y con unas ganas terribles de aprender y compartir. Son, somos, generosos en el esfuerzo. La profesora nos agradeció nuestra entrega en un ejercicio que consistía en contar en tres minutos, de una manera lo más artística e interesante posible, nuestra experiencia en la escuela.

Este sábado próximo tengo ración doble teatrera. Por un lado, mi clase habitual por las tardes. Y por la mañana, una sesión extra en la otra escuela: la han llamado "mascarada" y creo que nos vamos a divertir.

En esta mascarada vamos a representar, cada uno de los compañeros de clase, un personaje. Y con ese personaje estaremos las dos horas y pico que dure la sesión. Para mí, todo un desafío. ¿Qué he pensado representar? Que no se entere nadie... me voy a intentar poner en la piel de un loco. Un loco demente, peligroso, que juega con los pensamientos de la gente, que los manipula, que los desvía, que los intercepta... para, al final... ¡ah! sorpresa. A ver qué tal me sale, pondré todo mi empeño :) Atrezzo mínimo necesitaré, me parece a mí.

Creo que ya lo he escrito en otra página de este cuaderno de bitácora tan teatrero, si acaso lo vuelvo a hacer: adoro jugar. Deseo que llegue la hora de clase para empezar a jugar otra vez con mis compañeros, guiados por los profesores.

Pienso que el juego no lo deberíamos abandonar nunca en el transcurso de nuestra travesía vital. Jugar es soñar, jugar es liberarnos, jugar es volver a ser niños... si es que alguna vez dejamos de serlo :)

Y jugar es amar.

Amar.

Amar a la otra persona, a tu compañero de juegos. Amar en sentido amplio, como es amplio el horizonte cuando estamos en lo alto de un pico en la montaña. Amplio como la misma mar, a bordo de un barco por la noche cruzando el mar Báltico desde Lübeck a Malmö... qué negritud, qué sensación de pequeña cosa... ¡qué recuerdos! Pues bien, amar en sentido amplio es sentir a la otra persona, escuchar, sobre todo escuchar. Ay, cuánto debo seguir aprendiendo.

Escuchar.

Escuchar es parte de amar, y amar es jugar. Por lo tanto, escuchar es parte de jugar. En los juegos necesito escuchar y esforzarme en hacerlo. Ayer mismo, en uno de los juegos (el jefe indio) era incapaz de escuchar... ¡debido al volumen de mi propia voz! Aprendí mucho. Lo que pasa es que desaprendo casi más rápido que aprendo... como si tuviera que hacer hueco para todo lo que me queda por aprender.

Así vamos, que no es poco. Y que dure, que dure mucho.

(Esta entrada titulada Alegría se la dedico a David. ¡Va por ti! Come on, go, go, go!!!)

martes, 12 de noviembre de 2013

Realidad

El teatro, el cine, la música, la danza, la pintura, el dibujo, la escultura, la arquitectura, la lengua, la matemática... en fin, todas estas cosas y muchas más... todas ellas son, para mí, formas de interpretar la realidad que nos rodea.

Ahora que caigo... a los actores, músicos, danzarines, cantantes, se les llama...

¡intérpretes!

Interpretan la realidad.

La realidad nos rodea y contribuimos a crearla cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo que vivimos.

Formas de interpretar la realidad... Cada una de ellas, cada forma, es un lenguaje, con su propio código.

Y trato de disfrutar aprendiendo cada uno de estos lenguajes -con algunos más que con otros, cierto, mas no por ello dejo de intentar aprender los que más me cuestan, con mayor ahínco si cabe-. Como un chiquillo cuando entra por primera vez en la escuela, con ansias de aprenderlo todo... todo y... ¡ya!

Es como si mi mente se volviera la de un aprendiz, y estoy deseoso de ampliarla mucho más allá de lo comprensible... "¡Hasta el infinito y más allá!", como decían en una película que no me canso de ver.

Aquí, aprendiendo algo de teatro y de cine, de cómo se hacen las cosas para que, al final, como espectadores, sepamos mirar lo que hay en esas obras de Arte tan especiales. Mirar... la mirada se torna cada vez más en mi vida como algo muy delicado. Si no consigo mirar bien, acabo por no entender las cosas. Y en muchas ocasiones, me ciegan cuestiones excesivamente alejadas de la esencia de las cosas, con lo que la mirada se pervierte, y las cosas también. Tengo que aprender a educar mi mirada, que no se contamine de lo vacuo.

Allá, intentando tocar el piano, tratando de encontrar las claves que me permitan progresar adecuadamente, a un ritmo que me gustaría se acercara a la velocidad de la luz para tener ya dentro de mí todo lo que se ha compuesto musicalmente y poder desarrollar mi propia música. Como objetivo nunca me lo propuse hasta ahora, si bien creo es lo que persigo en este ámbito.

Más allá, cantando en el coro. Toda mi vida la he pasado entre canciones y ahora que me estoy poniendo a ello más seriamente me doy cuenta de lo difícil que es hacerlo bien. De entrada, quiero cambiar de registro. A ver en diciembre si comienzo esta otra travesía vocal. En unos días tendré mi primera actuación.

Y un paso más hacia allá todavía, aprendiendo cuando doy clases de matemáticas, lengua y lo que se necesite. Enseñando para aprender, me lo dijeron hace ya un tiempo. Y siento que es cierto, al menos en mi caso. Siempre recibo mucho más de lo que doy, y mis clases son un ejemplo de esto.

Escuchar y mirar

Por todas partes, aprendiendo a escuchar y mirar. Lo que me cuesta no hablar, lo que me cuesta no intervenir.

Unas líneas más arriba mencioné una palabra a la que tengo mucho respeto: Arte. Me lo trajo a la mente una buena persona. Y me hizo pensar.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Soledad

Cuando, hace unos días, estaba en clase de teatro, me sentí solo. Además del profesor, estaba rodeado de mis compañeros. Y, sin embargo, me encontré solo.

La soledad, me dijo el otro día una persona a la que aprecio, no se salva en compañía de otras personas. Tal vez tenga razón.

El motivo de la soledad en esa clase de teatro fue provocado, pienso ahora -ahora, porque en el mismo instante en el que estaban sucediendo esas cosas, yo no era consciente de la causa-, por un malestar que experimenté cuando una compañera intentó "lanzarme" para que fuera yo el siguiente en un ejercicio que estábamos haciendo (cine).

No me sentía en ese momento inspirado como para aportar a la clase con mi ejercicio... Y no me presté a ser lanzado como voluntario para realizarlo.

Según iba avanzando la actividad y los compañeros iban pasando ("mira aquí y cuando baje la mano di tu texto"... "repetimos"... "mira al frente"...), vi que mi soledad se iba agrandando. Apenas interactué con los compañeros y el profesor, cuando normalmente soy un poco "prota", utilizando la expresión reciente de otra compañera.

Debí parecer ausente. Y no me gustó.

Tal vez influyera en esa soledad mía el contenido de la clase. Con mucha diferencia, ha sido la menos atractiva de todas las de teatro que he tenido hasta la fecha. No acabé de cogerle el aire a lo que nos explicaba el profesor. Trataba de iniciarnos en la forma de hacer cine, de manera muy básica.

Y no me gustó.

Esas dos horas viendo cómo los compañeros repetían los textos, haciendo como que unos personajes hablaban con otros... sin mirarse... no sé... Si eso, a pequeña escala, es hacer cine... ¡prefiero verlo ya hecho! Entiendo el cine como una poderosa industria, con sus códigos, necesarios para hacer que la película sea un éxito comercial y que los productores recuperen la inversión, con un beneficio que, en la mayoría de los casos, es difícil cuantificar a priori.

El teatro, para mí, es otra cosa.

Para mí, el teatro es vida. Es acción sin pausa, como la vida. Es interactuar en vivo y en directo con otras personas, como en la vida. Es responder cuando te preguntan, al instante o casi, como en la vida. Y porque es vida me gusta.

A pesar de todo, sigo aprendiendo de mis compañeros, de mis profesores, de las experiencias compartidas... de mí... de todo. Intentaré ver con otros ojos la forma de hacer cine, lo intentaré, aunque esta primera experiencia haya sido un poco desagradable.

¡Sigo aprendiendo!

domingo, 20 de octubre de 2013

Sentir

Llevo ya cuatro clases de teatro, unas diez horas de experiencias compartidas con más de treinta personas, y lo que me impulsa a escribir este nuevo capítulo de mi cuaderno de bitácora son las sensaciones que tuve ayer por la tarde.

Sentir.

Sentí.

Y sentí varias cosas. Uno de los ejercicios, el último de la clase y el más intenso para mí, giró en torno a cuatro ejes: la alegría, el sufrimiento, el enfado y el miedo. Cada una de estas opciones estaba ubicada en un cuadrado de unos cinco metros de lado, formando el conjunto de las cuatro celdas una cuadrícula dentro de la clase.

En primer lugar, nuestro guía nos pidió que identificáramos la casilla cuyo contenido nos resultara más fácil mostrar; luego, la más difícil. Después, que fuéramos a la más difícil y que actuáramos de acuerdo con el contenido marcado en esa casilla. A continuación, nos pidió que pasáramos por las cuatro celdas y que nos quedáramos en la que nos sintiéramos más cómodos. Cada vez que entrábamos en una celda, teníamos que adoptar la actitud que subyacía de esa celda.

La última parte del ejercicio consistía en centrarnos en una casilla, sólo una, la que más nos apeteciera, para desarrollar una historia, cada uno la suya. Y allí teníamos que desplegar actividades diversas, con la restricción de que todas ellas debían estar relacionadas con dicha historia.

Cuando elegí la casilla que más me apetecía, la de la alegría, me retrotraje a mi infancia. Y empecé a desarrollar mi historia: ¿con qué asociaba yo la alegría a los nueve años? Pues bien, lo primero que hice... lo primero... fue hacer cuentas. Me encantan las matemáticas y disfruto con ellas desde muy pequeñín. La tabla del nueve, sumas, potencias... Después, sin orden ni concierto, construí con las manos la pista para hacer competiciones de canicas, jugué al potro, al ajedrez (en realidad, no sé, pero sentí que era una actividad alegre ¡!), brinqué... ¡Uf! No sé cuánto tiempo pasó, no me importaba el tiempo. Sentí que estaba disfrutando.

Sentí.

Estas emociones que ayer despertaron en mí el guía, mis compañeros de clase, el aula, la iluminación... el entorno... todas estas emociones afloraron. Si afloraron es que estaban ahí, sin ser mostradas.

Y en ese aula me ofrecieron la oportunidad, y yo me di el permiso, de desplegar las alas. Unas alas que no encontraron más barreras físicas que el suelo, las paredes, las columnas y algún que otro compañero (siento algunos tropezones :)

Recordé e inventé. Interpreté...

... y sentí mucho.

Y de esto se trataba, pienso a posteriori. El guía lanzó una propuesta, la hicimos propia y la desarrollamos. Creo que sí, que se trataba de esto.

Las otras opciones no las trabajé apenas. Para mí, la más difícil es el dolor y la más fácil siempre es el enfado. El enfado es tan fácil para mí que muchas veces me encuentro con la pregunta "¿por qué estás enfadado?" cuando yo no lo estoy... sin embargo, como la otra persona sí lo cree, algo ocurre... que debo investigar.

El miedo casi no lo afronté. ¿Por qué? No me apeteció, no me sentí mal evocando el miedo pero no me apeteció trabajarlo.

Un buen chute de energía en la clase de ayer. Un buen guía. Unos buenos compañeros. No puedo pedir más... ¿o sí?

miércoles, 9 de octubre de 2013

Hola

Si has llegado hasta aquí y me conoces... te doy la bienvenida y espero que disfrutes con estos contenidos ;-)

Si has llegado hasta aquí y no me conoces... ¡qué alegría me acabas de dar! Te doy mi más cordial bienvenida y deseo de todo corazón que disfrutes con estos contenidos.

¿Y qué contenidos vas a encontrar en "Soy un teatrero"? Sólo experiencias, opiniones, referencias, enlaces interesantes, alguna imagen oportuna, un vídeo de vez en cuando... en definitiva, materiales que podamos considerar adecuados en relación con la travesía teatral que recorro desde septiembre de 2013, aunque iniciada diez años antes.

Estos son mis antecedentes.

En 2003, dentro de un programa de formación en administración y dirección de empresas, me ofrecieron participar en un taller de teatro. ¿Teatro en una escuela de negocios? Pues sí... ¡teatro! Disfruté como un auténtico crío: sufrí, reí, grité, lloré, pataleé, me relajé, me activé, me aplaqué... ¡Me lo pasé pipa!

En septiembre de 2013, diez años después de esa primera incursión, gracias a +consuelo moya (la Consu), me apunté a un intensivo de seis horas... y... otra vez... aunque ahora mucho más intenso... volví a disfrutar como un chiquillo, grité (mucho), pataleé, sudé (muchísimo), me relajé como nunca (¡gracias por enseñarme cómo, +Gloria Martín!). Conocí a otras ocho personas estupendas: +David Ordóñez Rodríguez+fermin yzaguirre (Nacho), Sara, Sebas, Isabel, Mónica, Marisa y +Patricia Ortega Morales (Patri). Compartimos esas seis horas y formamos un grupo... ¡un gran grupo!

Me gustó tanto esta segunda experiencia que decidí cursar, en la misma escuela del intensivo, el programa Iniciación al Teatro, de octubre 2013 a junio 2014. No quedó la cosa ahí... ¡qué va! También empecé clases de teatro en otra escuela, con una metodología diferente, más enfocada al texto. En resumen, hago cuatro horas y media de teatro a la semana y disfruto un montón :)

Y aquí, en "Soy un teatrero", es donde quiero expresar todo lo que experimente en esta travesía teatral dual.

Si te interesa esta introducción, espero que podamos disfrutar juntos los contenidos de "Soy un teatrero". Para mí, compartir es aprender y avanzar...

Si no te ha parecido interesante, te doy las gracias por el tiempo que me has dedicado y te deseo lo mejor en tu travesía vital.

¡Muchísimas gracias!

David, el teatrero :)

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P.D.: Para empezar con buen pie, la referencia al DRAE es obligada...

teatrero, ra.
1. adj. teatral (‖ deseoso de llamar la atención). U. t. c. s.
2. adj. coloq. Muy aficionado al teatro. U. t. c. s.
3. m. y f. coloq. histrión (‖ persona afectada, que gesticula con exageración).

En principio, me identifico más con la segunda acepción del diccionario... aunque no me son ajenas las otras dos :)