domingo, 10 de noviembre de 2013

Soledad

Cuando, hace unos días, estaba en clase de teatro, me sentí solo. Además del profesor, estaba rodeado de mis compañeros. Y, sin embargo, me encontré solo.

La soledad, me dijo el otro día una persona a la que aprecio, no se salva en compañía de otras personas. Tal vez tenga razón.

El motivo de la soledad en esa clase de teatro fue provocado, pienso ahora -ahora, porque en el mismo instante en el que estaban sucediendo esas cosas, yo no era consciente de la causa-, por un malestar que experimenté cuando una compañera intentó "lanzarme" para que fuera yo el siguiente en un ejercicio que estábamos haciendo (cine).

No me sentía en ese momento inspirado como para aportar a la clase con mi ejercicio... Y no me presté a ser lanzado como voluntario para realizarlo.

Según iba avanzando la actividad y los compañeros iban pasando ("mira aquí y cuando baje la mano di tu texto"... "repetimos"... "mira al frente"...), vi que mi soledad se iba agrandando. Apenas interactué con los compañeros y el profesor, cuando normalmente soy un poco "prota", utilizando la expresión reciente de otra compañera.

Debí parecer ausente. Y no me gustó.

Tal vez influyera en esa soledad mía el contenido de la clase. Con mucha diferencia, ha sido la menos atractiva de todas las de teatro que he tenido hasta la fecha. No acabé de cogerle el aire a lo que nos explicaba el profesor. Trataba de iniciarnos en la forma de hacer cine, de manera muy básica.

Y no me gustó.

Esas dos horas viendo cómo los compañeros repetían los textos, haciendo como que unos personajes hablaban con otros... sin mirarse... no sé... Si eso, a pequeña escala, es hacer cine... ¡prefiero verlo ya hecho! Entiendo el cine como una poderosa industria, con sus códigos, necesarios para hacer que la película sea un éxito comercial y que los productores recuperen la inversión, con un beneficio que, en la mayoría de los casos, es difícil cuantificar a priori.

El teatro, para mí, es otra cosa.

Para mí, el teatro es vida. Es acción sin pausa, como la vida. Es interactuar en vivo y en directo con otras personas, como en la vida. Es responder cuando te preguntan, al instante o casi, como en la vida. Y porque es vida me gusta.

A pesar de todo, sigo aprendiendo de mis compañeros, de mis profesores, de las experiencias compartidas... de mí... de todo. Intentaré ver con otros ojos la forma de hacer cine, lo intentaré, aunque esta primera experiencia haya sido un poco desagradable.

¡Sigo aprendiendo!

1 comentario:

  1. Me voy a comentar a mí mismo. Como rectificación. En lugar de editar esta página del cuaderno de bitácora denominada "Soledad", la mantengo como recordatorio de lo que un día escribí. Y, sin embargo, ahora me enmiendo a mí mismo ¡!

    Hace unas horas leí un texto que me ha hecho reflexionar. En el fondo, me encanta el cine. Me fascina. Disfruto cuando la trama me atrapa -para mí, el guión es la clave-, cuando los intérpretes me hacen sentir en carne propia sus devaneos con la película... ¡Es todo un Arte el cine!

    A riesgo de que se interprete como una justificación, apostillo que lo que me chocó de la primera clase de cine que he tenido en mi vida -en un par de semanas llegará la segunda y estoy deseando que llegue ese momento- fue la forma en que me estaban tratando de enseñar cómo se hacía cine.

    Y la forma es parte del todo, de hecho la forma ES el todo... ¿puede una parte SER el todo? Sin forma no hay nada, la esencia para SER esencia necesita de una forma.

    Pues bien, si esa es la forma de cómo se hace el cine, si esa es la forma del cine en ciernes... y me apasiona el cine... ¡debería también apasionarme su forma! Si el cine ES su forma, si la forma de hacer cine ES el cine, entonces -como me pasó lo que me pasó en clase- necesito reinterpretar esa clase.

    Y espero -de tener esperanza- que la segunda clase, que tendremos a finales de noviembre, me ayude.

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